Nunca juzgues un libro por su portada. Hemos escuchado este dicho desde que éramos unos niños, pero con frecuencia es difícil de aplicar en la vida real. La apariencia externa de una persona tiene un gran impacto en su primera impresión y la opinión formada durante este primer encuentro puede ser muy difícil de superar. Este hombre aprendió el valor de no juzgar a otros por su apariencia gracias a un compañero de viaje en un avión. Su historia prueba que la verdadera belleza está en el interior.
El hombre se sentó en su silla y se preparó para su vuelo a Hong Kong. No conocía a la mujer que estaría sentada a su lado por seis horas, pero cuando la vio quedó impactado. Era una mujer de talla grande y mientras lentamente se sentaba en su silla el temió por el tiempo que pasarían juntos. “Mientras se acomodaba, dejó caer su enorme brazo sobre el posa brazo que compartíamos” escribió en un portal web “Su inmensidad saturó el espacio que nos rodeaba, ahogándome y encogiéndonos a mí y a mi asiento en la insignificancia.”
No es necesario decir que él ya tenía en su mente lo que creía que era una idea acertada acerca de la mujer. Pero no podía estar más equivocado. Aunque este pasajero era exageradamente crítico, la mujer no dejó que eso la frenara. Ella lo trató con la mayor amabilidad.
Ella tuvo que decir “hola” dos veces, porque el hombre la ignoró la primera vez. Se presentó como Laura. Luego le preguntó de dónde era y supuso que de Japón. Él bruscamente dijo: Malasia. Aunque él intentaba no interactuar con ella, la nueva pasajera seguía intentando buscar conversación.
“¡Lo siento mucho!” exclamó Laura. “¿Aceptarías mi más sincera disculpa?… Si vamos a pasar seis horas sentados juntos en este vuelo, es mejor que seamos amigos ¿no crees?”
El hombre estaba reacio a estar de acuerdo con Laura. Respondía a cada una de sus preguntas usando solo una palabra, pero mientras el tiempo iba pasando él comenzó a notar algo único acerca de ella. “Sin importarle mi frialdad, asentía mientras hacía buenos comentarios acerca de mis respuestas” compartió él. “Su voz era cálida y afectuosa. Fue considerada y servicial cuando nos sirvieron comida y bebida, asegurándose de que yo tuviera espacio para maniobrar en mi asiento”.
Mientras el vuelo continuaba el hombre noto que Laura era una luz brillante para las personas. Ella hizo reír a cada miembro de la tripulación y las personas que estaban sentadas a su lado se sintieron atraídas hacia ella. “Para el final del vuelo casi la mitad de la tripulación estaba parada en el pasillo cerca de nosotros, riendo y bromeando con Laura”.
Finalmente, el le preguntó acerca de su peso. “¡Estás liberado solo si te sientes cómodo acerca de quién eres y cómo te ves a cualquier hora del día y en cualquier momento del año! ¿Por qué querría perder mi tiempo en regímenes de adelgazamiento cuando tengo tantas otras cosas importantes que hacer y tantas personas de las cuales hacerme amiga? ¡Dios me da tanta felicidad que necesito un cuerpo más grande para sostener todo! ¿Por qué iba a perder peso para perder mi felicidad?”
El hombre fue burlado por la lógica de Laura, pero aprendió algo valioso de ella. Luego de ver la manera en la que ella iluminó el día de cada persona con la que habló, llegó a una conclusión que no esperaba.
“Laura era la mujer más hermosa que había conocido en toda mi vida” declaró.
Este hombre aprendió una lección acerca de la belleza durante su viaje. La verdadera belleza va mucho más allá de lo superficial. Laura es la prueba de que es lo que está dentro lo que realmente cuenta.
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Source: Diply
